En medio de la emergencia, de manera casi invisible -como tantos otros temas por ahora relegados- pasamos por el 26 de abril, marcado en el calendario como “el día mundial de la Propiedad Intelectual”. Lo que regularmente es un momento apropiado para revisar los desafíos de la materia, tanto a nivel nacional como en el plano internacional, hoy adquiere una fisonomía diferente y única.
Un poco de manera coincidente, la edición de la celebración de este año está dedicada a la innovación orientada a la preservación del medio ambiente, que es una de las grandes promesas para un mejor mañana. Si en algo coincidimos casi todos en esta pandemia, es que los derroteros que han llevado a la sobreexplotación de los recursos del planeta, y a su destrucción gradual, deben cambiar de manera radical e inmediata.