En un hecho que merece el calificativo que se acuña en el título, Amazon y Ferragamo presentaron ante un tribunal de Distrito en Washington una demanda que ha merecido atención mundial por sus alcances e implicaciones.
La demanda se dirige contra tres empresas y cuatro personas que actuando en conjunto usaron la plataforma de Amazon para ofrecer y vender falsificaciones de Salvatore Ferragamo a lo largo de los años 2019 y el año pasado. Las empresas están localizadas en diversas ubicaciones de China y de Estados Unidos, empleando un esquema que suele ser muy socorrido en la operación de esta clase de organizaciones. Los productos se fabrican en oriente y son enviados a Estados Unidos para distribuirlos desde ahí utilizando estas plataformas que permiten mantener ocultos los datos del vendedor.
Demandas por el uso ilegal de marcas en productos falsificados las hay por miles todos los días. La gran novedad en esta ocasión es el involucramiento de Amazon como demandante, junto al propietario de una de las marcas de lujo más vendidas en el mundo. Hasta hoy, Amazon y otras plataformas de promoción y venta de productos de todo tipo, habían actuado bajo el argumento de que ellos solo ponen en contacto a compradores y vendedores, no siendo responsables de la licitud de los productos que se comercian.
En forma progresiva ante el crecimiento de demandas dirigidas contra las plataformas y la presión ejercida por los propietarios de marcas víctimas de falsificaciones, la más poderosa e influyente de éstas ha dado el paso que muchos estábamos esperando, al pasar del alegato de la “no responsabilidad” a la acción directa del reclamo judicial. El punto técnico es que Amazon reconoce, de esta manera, ser afectado en sus propios intereses al usarse su plataforma para traficar productos falsificados.
La influencia de este caso podrá conducir a que múltiples titulares de marcas en el mundo, que identifiquen falsificaciones en el mercado digital, soliciten la intervención de las plataformas para cerrar el canal y ejercer acciones legales. Este será un paso trascendental para empezar la limpieza necesaria para seguir comprando por vía digital toda clase de bienes y servicios sobre bases mínimas de seguridad para todos los eslabones de la cadena.
La gran pregunta, sin embargo, es la que consiste en la postura que adoptará Amazon y otros menudistas digitales frente a las llamadas importaciones paralelas, que son productos genuinos que son comercializados al margen de los distribuidores locales de las marcas. Si revisamos cada marca relevante, desde dulces hasta automóviles, con certeza podremos localizar vendedores que han encontrado la forma de ofertar productos auténticos con precios más bajos a los ofrecidos por los distribuidores oficiales. Muchas veces, el precio menor no es otro efecto que el de los bajos costos de su operación, y la inexistencia de garantías y servicios postventa.
En este punto, será inevitable que las plataformas deban implementar filtros y mecanismos para diferenciar un producto que puede ser calificado como “legal”, de otro que pueda ser piratería. Inevitablemente, el propio mercado les está otorgando a las grandes plataformas facultades antes reservadas de manera exclusiva a las autoridades.