En Acapulco pesa más el lazo emocional que la marca tiene con millones de personas que han construido recuerdos en ese paraíso, que los datos y estadísticas.
ACAPULCO es la marca más icónica del turismo en México. La construcción de su identidad data de los años cuarenta y a lo largo de su historia se ha consolidado como uno de los nombres más recordados por turistas nacionales y extranjeros. Acapulco está siempre presente en las listas que los viajeros redactamos de los lugares de visita obligada. Aun y cuando otros sitios en el país le puedan competir en belleza o infraestructura, Acapulco tiene una historia y una tradición que sigue dándole un lugar dominante como una de las marcas más sólidas en el turismo internacional.
Si bien la contaminación, la violencia y la presencia del crimen organizado en los últimos tiempos ha afectado el valor de la marca —tanto como el de la marca MÉXICO—, su enorme bagaje le sigue otorgando enormes beneficios como uno de los activos intangibles mejor posicionados en el sector.
Hay que recordar que las ‘marcas país’ han constituido una nueva categoría para representar los atributos de cada lugar, no sólo en el renglón turístico, sino en todos los aspectos que se reflejan hacia el exterior, desde las características icónicas de una nación hasta los elementos más reconocidos de su historia, sus expresiones culturales tradicionales y su bagaje cultural —incluyendo aspectos tan memorables como su gastronomía—. La ‘marca país’ influye en decisiones de negocios, inversión, comercio, residencia y turismo, entre otras.
Parte de la influencia que este tipo de marcas ejerce sobre los destinatarios pasa más por aspectos de lealtad tradicional hacia los signos distintivos que por aspectos objetivos. En el caso de Acapulco, pesa más el lazo emocional que la marca tiene con millones de personas que han construido recuerdos en ese paraíso, que por datos y estadísticas.
Es la fuerza del nombre lo que debe auspiciar la reconstrucción. Acapulco puede resurgir desde los cimientos de una marca poderosa que en su núcleo concentra, tanto la belleza indescriptible de una bahía única en el mundo, hasta las ventajas de un clima de 300 días de sol al año; de la tradición de la quebrada hasta el reconocido prestigio de su abierto de tenis; y desde las remembranzas del jet set mundial, que ahí se daba cita, hasta sus legendarios restaurantes y discotecas.
Durante mucho tiempo nuestro país ha sido indiferente a su patrimonio de activos intangibles comunes. Nuestra propia marca MÉXICO ha perdido promoción y difusión en esta década en la que han disminuido aceleradamente su brillo y su presencia. En la parte de denominaciones de origen siguen sin protección cientos de productos típicos que reúnen las mejores condiciones para escalar en su producción y comercio, a partir del impulso que su protección jurídica fomenta; y en expresiones culturales tenemos avances con una ley que ahora las reconoce, pero que no termina por instrumentar los mecanismos para poner en práctica sus postulados.
Sin embargo, el llamado más relevante en el tema es la necesaria construcción de la infraestructura oficial para la protección, gestión, administración y promoción de los diversos activos, altamente valiosos, que como país poseemos. En el caso de nuestro querido Acapulco, la oportunidad es inmensa para liderar la reconstrucción a partir del indiscutible arrastre de su marca.
Dr. Mauricio Jalife Daher
Noviembre 08, 2023